miércoles, 28 de octubre de 2009

Mirada joven Exposición Fotográfica Colectiva

Hola que tal, les dejo la invitación de la próxima exposición colectiva titulada "Mirada Joven" donde participa su servilleta éste que les escribe. Se las dejo y espero puedan asistir. Un abrazo.



sábado, 24 de octubre de 2009

Los tigres en Durango

A mediados de este mes, estuvimos por allá por Durango en el 2 Encuentro Nacional de Periodistas Gráficos, al cual asistieron profesionales de la lente bastante talentosos como Daniel Aguilar de Reuters, Raul Estrella ganador del Premio Rey de España, Mariano Aparicio y Frida Hartz entre otros. Evento donde se pudo discutir e intercambiar ideas sobre esta profesión. Nosotros, los tres tristes trigres participamos tambien con la exposición que ustedes ya conocen, aqui les dejo algunas imágenes.




























jueves, 3 de septiembre de 2009

Las Morismas

Que tal, les dejo en esta ocasión estas imágenes capturadas cuando fui corresponsal en esa guerra de anacronismos a la que llaman Morismas de Bracho y que representa la batalla de Lepanto, allá en el norte de la ciudad. Espero les agraden.



Entre Moros y Cristianos. Las Morismas de Bracho

Pecaría de un burdo anacronismo o de falla de rigor histórico si pretendiera situar en una fecha exacta el inicio de las morismas o de las fiestas de moros y cristianos aquí en Zacatecas.
En algunos documentos hemerográficos del siglo XVIII, como en El Pregonero, ya se habla de la fiesta de moros y cristianos, mas la nombran como una fiesta de toros causante de daños, perjuicios e inquietudes entre la gente del lugar donde se celebraba, por lo tanto pretendían las autoridades evitar que se celebrara en Zacatecas, ya que ya se había introducido en varias ciudades y villas del reino de la Nueva España.
Pero tal parece que los esfuerzos por impedir que dicha fiesta se llevara a cabo en Zacatecas no fueron suficientes, ya que parece que esta celebración de cofradías fue introducida comenzando por Panuco, lugar que estaba subscrito a Fresnillo. Se tomó como santo patrono de dicha conmemoración a San Juan Bautista, y se habla que la cofradía de dicho santo se formó en la primera mitad del siglo XIX.
Pero este texto no pretende ser una rigurosa investigación histórica donde la verdad tiene que ser implacable, sino solamente tener en cuenta que esta fiesta, haya iniciado en el XVIII o XIX, se ha convertido tal vez en la tradición más importante del estado. La última semana de agosto de cada año es testigo de la festividad de Moros y Cristianos o de las Morismas de Bracho como se le conoce aquí. Y si se voltea la mirada hacia el norte de la ciudad y se camina o se transita por uno de los barrios más antiguos del lugar, conocido como Barrio de la pinta que tan temido fue en la colonia por la conflictividad de los indios bajo los influjos del alcohol, y que tal parece ha sido una larga duración, se llegará a unas lomas que llevan por nombre Bracho. Ahí se verán en las faldas de los cerros infinidad de personas que se distinguen por el fulgor de la dubetina roja, vestidos a la usanza francesa pero con apócrifa nacionalidad turca. Ellos son los adoradores de Mahoma, que intensamente y asidos al cuerpo de un rifle de madera que mandan hacer con el carpintero de la colonia, luchan contra esos hombres del alto penacho y larga barba que defienden su fervor hacia San Juan Bautista. Las morismas de Bracho tienen como duración cuatro días solamente, pero son ensayadas con meses de anticipación. Comienzan con una peregrinación y un coloquio en la noche del jueves, donde narran la vida de San Juan Bautista hasta que éste es decapitado. Los siguientes días serán de intensas batallas entre moros y cristianos por la supremacía de su religión y por un lugar.
La fiesta de las morismas de Bracho es una representación de la legendaria batalla de Lepanto, de esa guerra acaecida en el siglo XVI, donde participó el ínclito Miguel de Cervantes y perdió una mano bajo el mando de don Juan de Austria y de la cual escribió que esa había sido “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”. Pero en esta fiesta no importa, para muchos, quienes hayan participado ni por qué haya sido, y esto se puede ver en ese anacronismo que el vestuario permite vislumbrar, se pueden encontrar uniformes militares franceses del siglo XVIII y XIX, uniformes militares de la policía rural del porfiriato, en los espadachines podemos encontrar armaduras desde romanos hasta caballeros de la mesa redonda, templarios, y uno que otro con botas y chaleco similares a las del Perro Aguayo. Para ellos, los participantes, que serán un gran porcentaje de los habitantes de Zacatecas, es pelear y portar un uniforme militar que los distinga de los aficionados que colman la plaza para verlos, el fin es convivir con la familia que asiste y se prepara desde meses antes para que todo salga bien, que comen ahí tortas de chile relleno con arroz, tacos de carne de puerco y demás fritangas que los vendedores gritan. Familias completas que duermen ahí, no importando las inclemencias del tiempo, la falta de agua, sólo para levantarse temprano y asistir a la misa que se oficia en la capilla donde se encuentra el paupérrimo árbol que plantó el Papa alguna vez. Es quizá el fervor hacia San Juan Bautista el motor principal para uniformarse y marchar por las calles de la ciudad sábado y domingo, no tiene importancia la edad, el sexo, o si los rayos del sol no tuvieron piedad del color del uniforme, no importa si los lentes “Ray ban” ilegítimos no van porque no eran de la época, o si las joyas de los turbantes de los turcos son abalorios resplandecientes que se cayeron hace tiempo de los aretes de las mujeres de la casa, son solamente cuatro días al año y hay que aprovecharlos y lucir y actuar de la mejor manera, aprenderse los diálogos para recitarlos en castellano antiguo y pelear a espada montados a caballo gritando con acento zacatecano ¡viva Mahoma! O ¡viva San Juan Bautista!
Pero aparte de ser una fiesta religiosa, si así se le puede llamar, es un espectáculo maravilloso para los visitantes, no por esos “machines” que la utilizan como un vil subterfugio para embriagarse y arriesgar sus dedos y su vida gastando pólvora para adquirir una jerarquía, de esos que quieren demostrarle al compañero de escuela, el vecino o al adlátere de borracheras que ellos son los que “truenan más recio ahí”, sino porque es gratificante y asombroso ver, cómo miles de personas bajo una orden y uniformados de barbones, carnitas o suavos, forman una media luna y una estrella el sábado, y una cruz latina el domingo en el cerro, para después deshacerla y bajar corriendo rápidamente a atacar al enemigo que en la plaza los espera, y todo esto ante los pasmados ojos del espectador que mira atento en lontananza las acciones del invasor, entre los cuales quizá se encuentre un hijo, un hermano, un primo, un sobrino o simplemente un amigo, que muy en su papel y sorteando decrépitos nopales hará lo posible porque todo parezca real.
La batalla culmina el último domingo de agosto, cuando en la tarde, se levanta en lo alto de una lanza la cabeza del Rey Moro que por nombre tuvo Argel y por apellido Osmán, y comienzan a marchar alrededor de la plaza las tropas triunfantes, mientras los heridos de los vencidos se pasean gritando de dolor porque una lengua de vaca les cuelga o porque una tuna cardona les atravesó el corazón. Y así, cansados y con las manos y el rostro negro debido a la densa pólvora que pulula por el lugar, caminan a su casa, con la certeza y satisfacción de haber cumplido bien su papel o su manda, y con la ilusión de volver a hacerlo el año entrante, todo sea por San Juan Bautista.


































miércoles, 12 de agosto de 2009

Los tres tristes tigres de gira por Ajijic, Jalisco

El último día del mes pasado, en compañía de mis dos compañeros y amigos Andrés y Cosme, estuvimos presentes en la inauguración de nuestra exposición fotogràfica titulada "Tres tristes tigres" en la galeria Di Paola de la fotógrafa italiana Maria Di Paola Blum situada en Ajijic, Jalisco. La exposición fue conjunta con la llamada "Once upon a time" del fotógrafo estadunidense ya retirado John Frost, aqui les dejo unas fotos que nos tomo mi novia.