jueves, 11 de noviembre de 2010

Naufragios de Imaginación

Naufragios de imaginación.

Y es entonces, al despuntar la primera luna de octubre, que la ciudad se convierte en teatro. Hombres de rostros azules, rojos, blancos -de muecas y gestos imposibles- se apoderan uno a uno de las calles y callejones, que caracolean caprichosamente a las faldas del Cerro de la Bufa. Entre las fachadas neoclásicas y barrocas, se alzan gigantes que rozan las nubes y malabaristas sujetos al firmamento con hilos invisibles, mientras orquestas de fuego revientan el silencio colosal de la muchedumbre que, extasiada, da cobijo en sus pupilas al reflejo del ritual que tiene frente a sí.
El bombardeo de sonidos, de sombras y de colores es intenso; una avalancha infinita de sensaciones que se precipitan una sobre otra, y se mezclan con las figuras caprichosas de la urbe. Es tal el trance, que apenas hay algunos resquicios para que la memoria logre trascender de manera tímida el umbral de lo inmediato. Y de repente, aparecen ellos: cazadores de momentos, náufragos de la imaginación que, con la cámara cosida al cuello y la mochila fundida a la piel, logran apresar pequeños trozos del sueño teatral y los transforman en recuerdos perpetuos; en testimonio vivo de la fiesta del teatro de calle en Zacatecas.
Fátima. Andrés. Alejandro. Tres apasionados irremediables de la fotografía. Tres náufragos de la imaginación, que hacen puerto en lo mundano para recordarnos que lo imposible, lo increíble, está justo frente a nuestros ojos. La magia de una maroma. La fantasía de una cara pintada. La elocuencia de un mundo que se sostiene sobre la frente de un hombre, de un Pegaso que cruza los cielos o de un planeta que se eleva entre las torres de una catedral, epicentro cultural de todo el septentrión del continente americano
La serie que hoy contempla el transeúnte, es una obra artesanal colectiva, hecha de pedacería de momentos, de instantes únicos e irrepetibles, que la pupila común no logra descifrar a plenitud, pero que el lente de una cámara convierte para siempre en un fragmento de memoria. Lo de Fátima, Andrés y Alejandro son susurros exquisitos sobre la majestuosidad de una ciudad que, octubre tras octubre, se transforma en teatro.
Veremundo Carrillo-Reveles
Octubre de 2010
FÁTIMA SÁNCHEZ
















ALEJANDRO ORTEGA NERI














ANDRÉS SÁNCHEZ