miércoles, 12 de diciembre de 2007

El del homenaje

El pasado 5 de diciembre particpé en el homenaje que se le brindó a Antonio Aguilar en el marco del 1er Festival de Cine Digital en Zacatecas. Antes de la proyección de una de sus pelis, leí un texto que hablaba de su cine en general. Les pongo aquí el de ese día, aunque les comento que el próximo domingo en mi columna del periódico saldrá como quien dice la versión oficial de este, uno más extenso, más analítico pero muy mamilón ja ja. Ojalá puedan checarlos





Hablar de cada una de las películas en las que participó este importante personaje zacatecano sería una tarea bastante ardua y a la vez extensa. Pero no hablar de varias de ellas sería como negarle a la historia del cine mexicano una de sus dimensiones.
¿Por qué tiene tanta importancia el cine de Antonio Aguilar?
Él fue testigo y participe de cambios trascendentales en la industria cinematográfica nacional. Cuando hace sus primeras apariciones en los inicios de la de la década de los cincuentas, el cine resentía la llegada de su mayor rival, la televisión y debido a eso tenía que optar por nuevas técnicas y nuevos recursos.
En los sesentas, la industria se encuentra en un marasmo casi incurable y la comedia ranchera en completa decadencia, así surge la revolución como una temática alterna para rescatar a la industria.
Antonio Aguilar pronto se convirtió en el amo y señor del llamado “cine de caballitos” películas en donde combinaba sus habilidades histriónicas y ecuestres con el sonido de su voz. Seguiría usualmente una misma línea en los temas que tratarían sus filmes, lo veríamos encarnar a personajes revolucionarios populares y bandidos justicieros integrantes del memorial colectivo, que con las interpretaciones de él sus mitos crecieron.
Lo vimos actuar en grandes cintas de la historia del cine nacional como en Tierra de hombres, La cucaracha, al lado del elenco más envidiable, o en La sombra del caudillo, la película maldita del cine mexicano, Los hermanos del Hierro, quizá una de sus mejores películas, en Ánimas Trujano, compartiendo créditos con el histrión japonés Toshiro Mifune y en Los invencibles al lado de la figura más grande del western hollywoodense John Wayne.
Sin embargo no podemos dejar de lado filmes como Emiliano Zapata, La muerte de Pancho Villa, Peregrina y Zapata en Chinameca. Cintas donde los vimos completamente entregado a su trabajo, además de fiel difusor de su tierra natal. Lugares como Jerez, Vetagrande, Tacoaleche, Guadalupe, su hacienda en San José Tayahua y por supuesto la ciudad de Zacatecas, que debido a sus películas se creó de ella la idea de una ciudad revolucionaria por antonomasia.
Una ocasión, Antonio Aguilar mencionó “el cine no me importaba mucho, me interesaba más cantar”, imagínense ¿cómo hubiera sido si le hubiera importado? Participó en 128 cintas aproximadamente.
Sus películas son importantes para la historia del cine mexicano porque fue uno de los actores que más personajes históricos y populares interpretó en la pantalla grande, evoquemos a Juan Colorado, Lucio Vázquez, Gabino Barrera, Valentín de la Sierra, Simón Blanco, Felipe Carrillo Puerto y por supuesto Villa y Zapata. Aunque quizá se identificó más con el último, el héroe que murió justamente un mes antes de que él naciera, en 1919.
Asimismo fue el primer actor mexicano en interpretarlo en un papel estelar. Y supo sortear los obstáculos de la censura y seguir adelante con sus ideales interpretándolo dos veces y cuantas más que se necesitara.
Es indudablemente, un pilar grande de la industria cinematográfica mexicana, máxime de aquél cine folclorista. Pero sobre todo fue un zacatecano que demostró un amor incondicional por su tierra y su familia en cada una de sus películas. Como lo veremos en Volver, volver, volver…
Fue el buen actor que jamás aceptó un papel que denigrara al mexicano, el buen cantante que rescató la historia a través de los corridos.
Tuvo la fortuna de alternar con otras luminarias del cine, de grabar bajo el mando de grandes directores y ser captado por magnánimos fotógrafos. Pero sin duda la fortuna más grande y más bella que tuvo, fue que casi toda su vida la pasó al lado de la que muchas veces fue su amor en la pantalla, haciendo de la vida cotidiana un romance cinematográfico inigualable.
Hoy la historia del cine mexicano le rinde tributo y con las mismas palabras que él cantó le dice “el tiempo pasa y no te puedo olvidar”.


lunes, 10 de diciembre de 2007

Expofotoperiodismo 2007

El pasado viernes entre tantas ectividades culturales que hubo en la ciudad, se inauguiró en la Fototeca del Estado la exposición de "Fotoperiodismo 2007". Como siempre se dieron cita la crema y nata del estado, el gremio de fotógrafos, aficionados, prensa, mujeres guapas y uno que otro pendejo fotógrafo apócrifo que de un día a otro pasó de ser mesero de un café snob a fotógrafo profesional, nomás porque lleva al hombro una cámara digital de alto pixelage y saquitos de pana con coderas. Pues pa evitar todo eso de la parafernalia de la inauguración y demás cosas, mejor vayan cuando haya pasado y disfruten de unas muy buenas fotos. Estará hasta finales de enero, aún hay tiempo.



























Momentos de ocio

Hay veces que acompañar a nuestra madre al mandado resulta un tanto tedioso, sin embargo a en ocasiones esas travesías nos presentan trivialidades fascinantes como ver una señora cincuentona con mameluco mugroso o enamorarte predidamente de la hija de la carnicera. Pues en una de estas actividades de mandilón, mientras cargaba la bolsa con verduras y caminaba entre olores de guayaba, pude tomar unas fotillos de toda esa gama de colores que el mercado me brindo. Se las dejo.