miércoles, 6 de agosto de 2008

Fotitos de harto color del Festival del Folclor































































El amor

Me he encontrado algo de una panameña llamada Melanie Taylor Herrar que me ha gustado, son estas letras que hablan de eso que llaman amor:





Prefacio


El amor es una cosa terrible,
mirarlo a los ojos no es recomendable.
Es imposible halarle la cola
o intentar encadenarlo.
Fluye libre.
Es aire, marea, ola
escarcha, sereno,
nieve, luz.

El secreto

Las brujas desdentadas
prometieron descifrar los códices:
esperé largo rato
a la sombra de los sauces llorones.
A las brujas les salieron dientes
y yo quemé mis preguntas
en la fogata del desconsuelo.

A veces

A veces el alma se cansa
convirtiéndonos en sombras.
En el silencio del hastío
las luciérnagas danzan.

Infinito

Nunca hay suficientes versos
para describir el amor
ni suficientes lágrimas
para llorar las penas
ni suficientes gritos
para proclamar la infamia.

Amor en 3 tiempos

I
Se desgranaban mis ansias,
dolía la ausencia.
Mis horas tristes crecían
como las sombras al atardecer.

II
Y ahora que te tengo
frente a mí
las dudas,
la sonrisa,
el abrazo,
la suspicacia,
la mirada,
el temor.
No se si quererte
o salir corriendo.

III
Un día de estos
te voy a cubrir de besos
y guardaré mis dudas
dentro del fruto del nogal.

Archivos

Hay amores que te obligan
a convertirlos en recuerdos,
quererlos sólo en fotos
y a esconder la memoria en un baúl.

Perdón

En ese instante fugaz
donde yace mi esperanza
hurgaré con mis dedos,
enjugaré mis lagrimas,
volveré a verte con ojos nuevos
y te tomaré de la mano
como la primera vez.

Algo nuevo de este hombre viejo

Qué hacer

Y qué haces cuando sabes que no es para ti,
que no recibirás jamás una caricia suya con sus labios,
que siempre tendrá la respuesta errónea a tu petición, a tu sentir.

Y qué haces cuando la ves cada noche entre sueños,
cuando su imagen se balancea entre el mar de tus palabras de amor y odio
y no dejas de repetir su nombre de mil letras.

Tu mente se desgasta como la suela de tu zapato izquierdo,
Tu razón se convierte en plastilina amarilla,
Y la lucidez de tus recuerdos se nubla como el cielo que amenaza con dedicarte lágrimas.

Piensas que tus ojos ya no ven lo que no puede ser,
que la vida no vale nada cuando la compras a tres pesos.
A veces deseas que tan siquiera sepa a galletas príncipe,
o al mango que una vez te desnudó después de que lo mordiste.

Sabes de sobra que su mano no es tuya,
que sus ojos te miran sólo porque te pones en frente,
y que la máxima distancia entre su boca y la tuya es a través de un teléfono que musita sentimientos mal correspondidos.

Lloras cuándo quieres dejar de quererla,
cuando estando frente a otros ojos sólo ves los de ella.
Y qué haces si no te escucha cuando gritas en la noche que la amas,
que no puedes más con la armadura de tonto enamorado y que mueres por verla.

Callado, siempre callado y sonriente ante el cansancio que invade tu mente.
Desgasta amarla ¿verdad?
No te sorprendas si comienzas a morir poquito a poco, lento, y tu aliento no provoca vaho en los cristales donde ya no escribes su nombre completo porque sólo alcanza para dos letras.

Ya sólo queda morder el polvo de tus sábanas sacudidas, y acariciar el vientre de la cama vacía a esa hora en que la soledad se acrecienta porque ella no te ama
Ya sólo queda saber que Neruda no te escribirá una poesía para conquistarla.

El del nombre de este humilde espacio

Desde hace tiempo la gente me pregunta por qué mi espacio se llama así, "elcolmodeloraro" y es debido a un textito que escribí hace tres años, mismo que se expusó en un recinto cultural dentro de unas jornadas estudiantiles, no es tan bueno, pero arrancó algunos suspiros y sonrisas, entonces se los dejo:

El colmo de lo raro

Hoy voy a aprovechar la soledad que nos ha envuelto para confesarte algo, algo que tiempo atrás viene causando en mí un prurito interminable. Y es que me encantas.
Sobre todo la peculiar figura de tu cuerpo, disfruto recorrerlo con mis tórpidos dedos antes de desvestirte y comenzar a acariciarte con mis labios las partes que voy dejándote desnudas.
Por el color de tu piel, pensaría que eres de un místico lugar asiático, por tu exquisito aroma, tal vez de un paradisíaco sitio caribeño, pero no importa, yo sólo sé que me fascinas.
Si supieras cuanto me deleita despojarte la ropa, y colocarla después con delicadeza a un lado, y comenzar a morderte con frenesí, hasta empaparme las mejillas con el delicioso sudor que expeles y que moja mis dedos también, mientras pusilánimes sostienen tu apetitoso soma que velozmente empieza a enflaquecer.
Me gusta que tus delgados cabellos se mantengan escondidos entre las oscuras cavidades de mis monstruosos dientes, y continuar saboreándolos por unos minutos más después de terminado el ritual, cuando yace frente a mis ojos y mis pegajosas manos tu esmirriado cuerpo.
Aprovechemos pues esta soledad, y permíteme realizar lo que acabo de confesarte, antes de que llegue alguien y me mire con desconcierto mientras me diga:
“ otra vez hablándole a los mangos pendejo, eres el colmo de lo raro”