Alejandro Ortega Neri
Leo desde el autoexilio, que mi
tierra, Zacatecas, es azotada no solamente por el frío sino también por la
ineptitud del Gobierno Municipal de Carlos Peña, que a meses de las elecciones
sigo sin entender cómo pasó de ser el que cargaba el portafolio y le contestaba
el celular al gobernador a Presidente Municipal.
Ya desde su campaña se auguraba
cómo sería su gobierno, pues recordemos sus mítines proselitistas donde
invitaba al electorado a presenciar en pantallas gigantes el final de una
telenovela de Televisa acompañada de palomitas para todos.
Ahora, ya en la presidencia, ha
prohibido que la tradicional Feria del Libro que viene instalándose desde hace
25 años en el Portal de Rosales del centro histórico de Zacatecas se lleve a
cabo, esto por petición de locatarios instalados en ese pasaje comandados por
la trasnacional McDonalds, con el argumento de que los libros afean el lugar.
No me sorprende lo de los locatarios, año con año se han quejado de esta feria,
lo que me sorprende es la aquiescencia del edil priista que prefiere las ventas
de un negocio advenedizo que tiene apenas 3 años en ese espacio a toda una
tradición que además propaga cultura a través de sus letras.
Carlos Peña no entiende la
importancia de la Feria del Libro, no se percata que con su desaparición de ese
sitio condena a sus gobernados a un retroceso a pasos agigantados en lo que
respecta a llevar las letras a toda la gente, que para eso se hacen este tipo
de actividades, para estar más cerca del público, para que si la gente no va a
las librerías vean que los libros si pueden ir a ellos, atravesarse en su
camino, seducirlos con algún título, una portada, o el simple olor.
No entiende y desconoce la
memoria histórica de los zacatecanos, quienes nos hemos apropiado de ese lugar
para colocar libros, que nunca afean, al
contrario y como decía una joven escritora estadunidense, no hay nada que
embellezca tanto un espacio como lo hacen ellos. Desconoce la historia de esta
feria porque cuando comenzó, él apenas era un niño y jugaba muy lejos de la
capital, en Río Grande.
Los libros no muerden, al
contrario son, como dice Benito Taibo “tabla para el náufrago, escudo para el
bueno y horca para el ruin, paraguas para el sol y la lluvia…El libro es jardín
que se puede llevar en el bolsillo, nave espacial que viaja en la mochila, arma
para enfrentar las mejores batallas y afrentar a los peores enemigos, semilla
de libertad, pañuelo para las lágrimas. El libro es comida, techo, asiento,
ropa que me arropa, boca que besa mi boca. Lugar que contiene el universo.”
Carlos Peña Badillo no entiende esto y prefiere que el zacatecano y el
zacatequense se quede sin letras pero con muchas hamburguesas.
Por último informan que la Universidad Autónoma de Zacatecas ha salido al quite y brinda el espacio del Teatro Fernando Calderón para la exposición, actitud plausible de una institución que parece estar dormida también, pero no dejan de ser libros fuera de la calle, lejos del alcance del público. Dicen que la inteligencia y la libertad de una sociedad se mide en el grosor del polvo y la humedad de los libros, y en Zacatecas, con el PRI, con Carlos Peña y ahora con el McDonlad´s, los libros están muy llenos de polvo. Lamentable!
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