miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un intento


I

Qué miserable es regresar sin un peso de tu amor en los bolsillos,
Tomar cocacola sin hielo
Y abrir la puerta sin encontrar a un perro que me ladre.

Qué molesto es guisar la soledad en el sartén de los naufragios,
Absorber el humo del fracaso,
Y clavar el tenedor en la carne dura de la derrota.

Qué frustrante es tenerte cerca y a la vez muy lejos,
Soportar tus locuras de abrazos efusivos y desaires con clase,
Envenenarme con tu sonrisa asesina
Y tomarte de las manos aunque sé que eres inerte.

Qué sospechoso es recibir tu llamada a la media noche,
Tus palabras desde un mundo lejano,
Y tu mirada de amor inexistente.


II

Ya me está cansado el caminar diario
Con el corazón amarrado con cáñamo,
La pesadez de tu imagen en mi cabeza
Y mi indecisión colgada de las dos manos.

Ya me hartó la soga trenzada que ata mi boca,
La venda oscura que cubre mis ojos,
La lengua pegada al paladar
Y la sangre con espuma de cerveza.


III
Regreso en las noches caminando al hogar, a veces soporto la lluvia, a veces me escondo de ella en un viejo portal.
Fumo un cigarrillo tras otro, cuando terminan sigo con los dedos y luego con todo mi cuerpo que en cenizas queda, como el vómito de un volcán.
Vago recorriendo calles, buscando el eco de tu sonrisa en rincones abandonados, tu sombra reflejada en el suelo, o tu olor en el aire gélido que entumece mis labios.
Abro la puerta que da al destino, enciendo el televisor o la radio, busco mi válvula de escape en los bolsillos y solamente encuentro kilos de rutina.
Duermo cansado soportando el peso de la sábana plúmbea, el vacío del lugar de al lado, las bofetadas de la soledad y los putazos del sueño.
Babeo saboreando mi triunfo expoliado y preparo el baño de lágrimas saladas para la mañana siguiente.
Y vuelvo a comenzar con mi trabajo honrado de mendigar abrazos en las esquinas de la ciudad.

1 comentario:

Miguel A D dijo...

joven, quién lo viera, no me queda más que celebrar el denominado intento. Excelente. en hora buena grodito